domingo, 28 de diciembre de 2014

Lo que se aprende en el colegio académico del siglo XXI

Si el primer reto en la educación secundaria es resolver los problemas de infraestructura educativa, el segundo consiste en replantear la estructura curricular, en línea con los nuevos requerimientos de conocimiento en el siglo veintiuno. 

En el campo de la matemática, se deberían impartir los contenidos tradicionales en tres cursos - Números y Operaciones Aritméticas, Algebra y Geometría - pero también Estadística y Ciencias de la Computación. 

Estadística fortalece el razonamiento cuantitativo y prepara a los alumnos como ciudadanos capaces de consumir datos críticamente y tomar buenas decisiones, así como de desarrollar capacidades investigativas.  En la era de la información, es fundamental que ellos puedan identificar preguntas, recopilar evidencia, aplicar herramientas para interpretar los datos y comunicar los resultados de su investigación.

Ciencias de la Computación también es fundamental, y es parte esencial de los planes de estudios en matemáticas de este siglo. Al controlar las computadoras tantos aspectos de nuestras vidas, es lógico enseñar a los alumnos sobre algoritmos, programación, datos, innovación y el diseño de aplicaciones en Web. Además, la formación en razonamiento lógico-matemático que se adquiere es invaluable.

En Ciencias, se deben desarrollar competencias en las disciplinas de la Biología, Física y Química, pero además en las Ciencias Ambientales, para profundizar sobre la interacción de los fenómenos biológicos, físicos y químicos en el ambiente, permitiendo a los alumnos explorar e investigar, de forma transdisciplinar, las interrelaciones en el mundo natural; identificar y analizar problemas ambientales y examinar soluciones para resolverlos o prevenirlos.

Estudios Sociales debería conformarse por cursos de Historia de Costa Rica y el Sistema Político Costarricense; Historia Mundial; Geografía Humana Mundial y un curso de Educación Empresarial, que incluye contenidos de la economía, las finanzas personales y el emprendedurismo, para que los muchachos aprendan a tomar decisiones personales apropiadas, entiendan el papel de la economía en la sociedad, y desarrollen competencias emprendedoras para ampliar sus opciones laborales.

Los programas de Español e Inglés deberían ser tales que permitan desarrollar las habilidades de los alumnos para expresarse, razonar y argumentar de forma oral y escrita, por lo que tendrían que leer y escribir muchos textos de distintos géneros, y participar en múltiples experiencias de presentación pública, debate y oratoria. Los temas a discutir tendrían que fortalecer el análisis crítico de dilemas éticos.
No deben faltar los cursos en Salud: Estilos de Vida Saludables; Desarrollo Humano y Salud Reproductiva; Bienestar Mental, Emocional y Social; Nutrición y Actividad Física; y Salud Comunitaria.


También es esencial la Educación Artística: Artes Visuales, Artes Dramáticas, Danza Escénica y Apreciación Musical. Este es un currículum de primer mundo para un país que así lo merece.

domingo, 14 de diciembre de 2014

Infraestructura, modalidades educativas y retención

Si pretendemos duplicar la matrícula en secundaria para al menos alcanzar los índices de Cuba o Chile, hay que implementar un conjunto de medidas, empezando por asegurarse de que existan ambientes de aprendizaje de calidad. 

Actualmente existen 715 colegios de diversos tamaños y condiciones que imparten modalidades distintas: hay colegios académicos, técnicos, científicos, deportivos, artísticos, ambientalistas, humanísticos, tecnológicos, telesecundarias, talleres exploratorios, unidades pedagógicas, institutos de educación general básica (IEBG) y de valor agregado en la educación académica diurna, entre otros. En total se imparten veinte planes de estudios distintos.

Con 360,000 alumnos en secundaria, se requieren unos 360 colegios que alberguen a mil alumnos cada uno, distribuidos en diez secciones por año, con veinte alumnos por sección. 

¿Mi punto? Qué existe un número excesivo de colegios y de planes de estudio, lo que genera grandes dificultades en la estandarización de criterios mínimos de calidad. Cada uno de esos colegios requiere apoyarse de un currículum, recurso humano, infraestructura, materiales didácticos, mobiliario y equipo especializado distinto.  Con los serios rezagos en construcción y mantenimiento de la infraestructura, ni subiendo el PIB al 8% se podría hacer frente a las necesidades materiales de las instituciones en secundaria.

Cualquier estrategia educativa inicia con la definición certera del tamaño y ubicación de los centros educativos que se requieren. Los colegios pequeños son ineficientes, por cuanto la inversión en infraestructura y otros recursos solo beneficiaría a pocos alumnos y el espacio educativo se mantendría mayormente ocioso.  Los colegios excesivamente poblados también son inconvenientes, porque generan problemas de rendimiento académico relacionados con las dificultades de gestión por parte de sus administradores.

Consolidando el número de centros y estandarizando su tamaño y planes de estudio, más colegios podrían contar con condiciones idóneas de infraestructura.  El disponer de amplios salones, sanitarios, biblioteca, comedor, laboratorios, gimnasio, auditorio, cancha, espacios de esparcimiento, oficinas administrativas y espacios para brindar servicios de salud, orientación y apoyo psicopedagógico, es indispensable para el aprendizaje efectivo.


Asimismo, se deben reducir las modalidades educativas, preservando las más exitosas.  Todos los colegios deberían ser académicos bilingües con bachillerato internacional; científicos bilingües; o técnicos profesionales bilingües, con la posibilidad de ofrecer una sola alternativa de educación abierta en horario nocturno.  En horarios vespertinos todos los colegios podrían ofrecer programas cocurriculares, artísticos, deportivos, ambientales y otros, para que la totalidad de la población estudiantil, y no unos pocos, gocen de una educación integral de calidad. 

domingo, 30 de noviembre de 2014

Avancemos: ¿Una causa perdida?

En un estudio publicado por el economista Luis Loría y presentado en el último foro sobre la exclusión en secundaria, el autor expone una realidad que debe ser tomada en cuenta, más ahora cuando Costa Rica enfrenta un elevado déficit fiscal.  El programa Avancemos, cuyo objetivo ha sido universalizar el derecho a la secundaria completa para romper el ciclo pobreza intergeneracional, debe ser evaluado a la luz de los objetivos para los que fue creado. 

Los problemas de coordinación interinstitucional, la falta de planificación y las duplicidades y filtraciones en la distribución de las transferencias son de conocimiento público, pero las probabilidades de que un joven termine la secundaria siguen siendo menores al 50%, a pesar de que se invirtieron, entre 2007 y 2013, unos 599 millones de dólares para obtener mejores resultados.

Existen factores personales que inciden sobre la decisión del chico y su familia de abandonar la secundaria, como, por ejemplo, sus capacidades intelectuales, pero también sus actitudes hacia los retos y el aprendizaje; las percepciones de sí mismo y de su capacidad de aprender; sus estilos de aprendizaje y aptitudes para planificarse, concentrarse y estudiar.  Los alumnos de mayor edad, con problemas de salud, embarazos tempranos, comportamientos antisociales y con responsabilidades adultas tempranas (el cuido de familares u obligaciones laborales, por ejemplo) también son más suceptibles a desertar.

Las familias con pocos años de escolaridad poseen bajas expectativas de sus hijos y no son conscientes del retorno a la inversión de la educación secundaria.  Los chicos de hogares desintegrados, que viven en ambientes hostiles o indiferentes, en barrios marginales en donde el acceso a la vivienda, la salud y la nutrición es escaso, son víctimas de la inhabilidad del Estado de ofrecerles oportunidades reales de movilidad social.

Muchos jóvenes no terminan el colegio por culpa de algunos docentes con serias deficiencias en el dominio del contenido disciplinar y el uso de estrategias de intervención pedagógica, así como por su falta de vocación para la enseñanza, problemas de personalidad, poca disposición de despertar el interés de los muchachos y bajas expectativas de su desempeño.

Sobre la exclusión educativa también pesan factores administrativos: la ausencia de planificación, coordinación y evaluación por parte de las direcciones y el MEP; la inexistencia de mecanismos de rendición de cuentas individuales y organizacionales; la inseguridad; ambientes escolares insalubres y poco estimulantes; el hacinamiento; la movilidad del profesorado entre centros educativos; y la interacción entre la escuela con el contexto socio-familiar de la comunidad, como para enumerar algunos. 

Todos los expertos coinciden.  Un problema multifactorial solo se resuelve con una solución multidimensional, por lo que el programa Avancemos tal y como está planteado, nunca podrá lograr su cometido.

Publicado en La República el 1 de diciembre de 2014.



domingo, 16 de noviembre de 2014

Exámenes de incorporación vs. acreditación

Una prueba escrita no es el mejor ni el único mecanismo para determinar si una persona ejercerá, con competencia y responsabilidad, su profesión. Algunos replicarán, “pero es un comienzo”.

En Estados Unidos se utiliza el bar exam para autorizar a los graduados universitarios en derecho a ejercer la abogacía. Lo diseña el NCBE (National Conference of Bar Examiners), un organismo sin fines de lucro, cuyo único fin es el de desarrollar estas pruebas estandarizadas con alta calidad, uniformidad y razonabilidad.

A través de sus 80 años de existencia, han madurado una metodología que involucra la participación de expertos reconocidos en todas las especialidades a nivel nacional, así como de especialistas en medición educativa.

Antes de que una pregunta sea incluida en el examen, se somete a un proceso de revisión en múltiples etapas a lo largo de varios años. Luego del escrutinio intensivo de los expertos participantes, se aplica la prueba y se evalúan los resultados, garantizando que los exámenes hayan sido calificados justamente.

La aplicación de pruebas de incorporación bien elaboradas es financieramente oneroso y técnicamente demandante. ¿Qué podría pasar en Costa Rica si no se asumiera con profesionalismo este proceso? Los graduados universitarios podrían someterse a exámenes diseñados por tribunales de examinadores sin el conocimiento ni la experiencia requerida en la construcción y validación de este tipo de pruebas.

Además, en un país tan pequeño como el nuestro, podrían generarse conflictos de intereses, como sucedería si los examinadores fueran además docentes de las mismas universidades cuyos procesos de formación han sido poco rigurosos.

Las pruebas podrían diseñarse con intereses políticos en mente y administrarse con secretismo y falta de transparencia, como se acostumbran administrar tantos otros procesos estatales.
El instaurar pruebas de incorporación podría motivar a las instituciones menos ambiciosas a preparar a sus alumnos exclusivamente para el examen, en detrimento de la enseñanza de todas las competencias genéricas y específicas de las disciplinas.

A lo sumo, un examen de incorporación bien elaborado puede ser efectivo para evaluar los conocimientos que un grupo de examinadores consideró importantes, lo que no significa que estén valorando las competencias mínimas requeridas de un graduado universitario que busca ejercer una profesión.

Volviendo al ejemplo de Estados Unidos, a pesar de la existencia de exámenes de incorporación, siempre se ha visto la necesidad de certificar la calidad de la educación que ofrecen las universidades en procesos de acreditación. Los procesos de acreditación no son perfectos, pero son los llamados a mejorar la calidad de la formación universitaria, porque utilizan múltiples fuentes de información sobre la efectividad del proceso de aprendizaje y los resultados obtenidos.




lunes, 3 de noviembre de 2014

Cambiando de opinión

Decía Francis Bacon que “el entendimiento humano, una vez que ha adoptado una opinión, dibuja todo lo demás para apoyar y mostrar conformidad con ella. Y pese a haber un gran número de ejemplos, y de peso, que demuestran lo contrario, los ignora o desprecia, prescinde de ellos o los rechaza.”¿Pero por qué es tan difícil que algunas personas cambien su forma de pensar aun cuando se enfrentan ante la evidencia de que están equivocados?

Los seres humanos mostramos una tendencia a recordar y creer en la información que confirma nuestras creencias, con tal de defender nuestros puntos de vista actuales.  Este sesgo de confirmación surge principalmente ante las discusiones que suscitan fuertes reacciones emocionales o que vienen a cuestionar preconcepciones muy arraigadas. 

Lejos de acercar a las personas a la verdad, esta nueva información polariza las actitudes de quienes sienten sus creencias amenazadas y más bien perseveran en sus perspectivas a pesar de haberse demostrado su falsedad.

Es así como las personas sesgadas hacia sus ideas preexistentes se cuestionan la parcialidad de los resultados de estudios de investigación que desconocen y desconfían de las calidades e intenciones de los investigadores. 

Además deciden selectivamente recordar pruebas que les favorecen en un efecto denominado memoria de acceso sesgado y muestran mayor confianza en sus propias experiencias, que en las experiencias de otros. Inclusive efectúan interpretaciones parcializadas de la información, exigiendo mayores estándares de argumentación de quienes contradicen su posición que de aquellos que la confirman.

Evitan pensar en múltiples alternativas y se centran, no en descubrir la verdad, sino en confirmar su propia versión de la realidad, en un esfuerzo subconsciente por preservar su autoestima. 

El sesgo de confirmación no ocurre de manera intencionada, sino también como resultado de las limitaciones para ocuparse de tareas mentales complejas, como la de considerar varias alternativas de forma paralela. Pero también existe una preferencia por creer los pensamientos con consecuencias placenteras o deseables como ciertos, lo que influye sobre la capacidad de evaluar, de forma objetiva, la veracidad de la información presentada.

Siendo así las cosas, ¿qué esperanza podemos tener de aprender nuevas formas de pensar si nos resistimos a cambiar? Como catedrática del curso de Pensamiento Crítico, apliqué los principios de cambio conceptual de Strike y Posner: buscaba generar en mis alumnos un sentimiento de insatisfacción con sus concepciones existentes; les explicaba con claridad la nueva concepción; les ilustraba cómo esta nueva concepción era plausible, capaz de resolver el problema en mano, y les mostraba que era de útil aplicación para muchas otras circunstancias y problemas futuros. 


Ciertamente, su capacidad de cambiar nunca dependió exclusivamente de mí, sino de ellos mismos, de su inteligencia, humildad y honestidad intelectual.