Un curso híbrido puede combinar
tres elementos: actividades de aprendizaje en línea y presenciales; estudiantes
en línea y en persona; así como profesores en línea y en persona. En el primer modelo, los mismos estudiantes y
profesores participan en todas las actividades presenciales y en línea. En el segundo, un grupo de estudiantes, en
persona, interactúa con otros estudiantes, en línea, que participan en el mismo
curso. En el tercer modelo, un curso presencial
es impartido por varios profesores, incluyendo uno o más a distancia.
La enseñanza híbrida se ha
convertido en una práctica común en instituciones educativas ejemplares, en
educación secundaria y terciaria, principalmente por su capacidad de mejorar el
aprendizaje del estudiante al cambiar la forma en que el profesor utiliza el
tiempo de clase. Con el mejoramiento de
las tecnologías digitales, ya es posible “invertir el aula”, de tal manera que
el profesor dicte su lección por vídeo, y aproveche las horas de clase para
facilitar la interacción, el análisis y las experiencias prácticas de sus
alumnos en el desarrollo de valiosas competencias disciplinares y generales.
Este tipo de educación aumenta
el acceso a la información en múltiples formatos, lo que permite que los
estudiantes profundicen sobre los contenidos de una forma más efectiva. Segundo,
facilita los medios para que los alumnos se auto-regulen y dirigan su propio
aprendizaje. Tercero, fomenta la interacción social; desde una perspectiva
constructivista del aprendizaje, las personas asimilan e integran el
conocimiento mucho mejor, a partir de la negociación social de los significados
con sus compañeros y profesores.
A través de la integración
de ambientes mediatizados por computadora y dispositivos móviles, con la
interacción cara a cara, los estudiantes pueden destinar más tiempo a reflexionar,
recopilar información, intercambiar ideas, trabajar en equipo, analizar datos,
crear nuevos productos y redactar propuestas.
Más allá de esto, la comunicación en línea obliga a los estudiantes a
desarrollar habilidades interpersonales, capacidades tecnológicas y analíticas,
así como otras habilidades para el aprendizaje que les serán útiles durante
toda su vida.
Desde la perspectiva del
docente, el uso de aulas virtuales facilita la actualización de los cursos,
debido a que los recursos en línea son fáciles de subir y no requieren
habilidades sofisticadas para administrarlos.
Cuentan con la posibilidad de integrar al proceso de enseñanza wikis,
blogs, y múltiples otros ejercicios didácticos, y facilitar espacios para el
trabajo grupal y la entrega de asignaciones.
Como apoyo al docente, las aulas virtuales cuentan con herramientas para
la detección del plagio, lo que facilita la revisión de trabajos escritos, así
como aplicaciones que simplifican los procesos de calificación y comunicación
entre los diversos participantes del curso.
Estudio tras estudio han demostrado
que los estudiantes y profesores prefieren la educación híbrida sobre los cursos
tradicionales. Sorprende entonces que tan pocas instituciones costarrricenses la
hayan incorporado. Al igual que el
acceso a laboratorios de cómputo, el uso efectivo de aulas virtuales debería
conformar parte del inventario de recursos y metodologías pedagógicas disponibles
en todos los colegios y universidades.
Publicado en La República el 25 de noviembre de 2013.
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