En los últimos días propuse varios criterios sobre
importantes cambios necesarios en la actual
regulación de la educación superior privada, con el afán de mejorar la
calidad del servicio educativo y la relación entre los estudiantes, las
universidades y la sociedad. Debido a
que hubo algunas interpretaciones erróneas de mi propuesta, deseo aclarar tres
aspectos.
Primero, como sucede en países desarrollados, la
investigación que se otorgaría a las universidades privadas mediante concurso
de méritos, abierto y transparente, la definiría el ente regulador, con base en
los objetivos planteados por un Plan Nacional de Educación Superior Privada, el
cual recogería las prioridades nacionales identificadas por el sector
productivo, académico, estatal y civil.
Las universidades contarían con la colaboración técnica de al menos una
universidad debidamente reconocida en su país de origen, con amplia reputación
internacional en investigación, con el objetivo de fortalecer las competencias
de las universidades costarricenses y fomentar los vínculos de cooperación
internacional.
Segundo. Con respecto a las tarifas de la educación superior
privada, la propuesta de ley solicita a las universidades firmar contratos que
estipulen —con claridad— todos los aranceles, así como las políticas de
aumento. Los tarifarios de las
universidades estarían públicamente disponibles en la página Web del ente
regulador. La alternativa es que el
CONESUP siga controlando las tarifas sin criterio técnico alguno, como sucede
hoy y reconoce así la Contraloría General de la República. Pretender controlar los precios en cualquier
industria —incluyendo la educativa— produce ineficiencias en términos
económicos, pero además provoca problemas con la calidad, así como la
retracción de la oferta y la inversión en el sector.
Tercero. El costo de la educación de las universidades
privadas es asequible si se compara con
las tarifas de la educación privada en primaria y secundaria; con las
tarifas de la educación superior privada en otros países de renta similar; con
los costos de la educación superior estatal;
o con los tiempos de recuperación de la inversión de los estudiantes, a
la luz del incremento salarial que recibirían una vez graduados. Bajo ningún estándar, la educación es barata para los alumnos en
situación de vulnerabilidad y exclusión.
Por eso, nuestra propuesta de ley dispone de fondos de CONAPE para el otorgamiento de préstamos blandos a una tasa de interés real igual a cero y garantizados por el Estado, para alumnos en los primeros tres quintiles de ingreso per cápita que quieran estudiar carreras acreditadas. Los alumnos empezarían a pagar cuando su salario alcance un umbral mínimo de devolución obligatoria. Además, podrían concursar por al menos 2.000 becas completas para estudiar en carreras acreditadas en universidades privadas, con base en criterios de rendimiento académico y otras cualidades de liderazgo y servicio comunitario.
Por eso, nuestra propuesta de ley dispone de fondos de CONAPE para el otorgamiento de préstamos blandos a una tasa de interés real igual a cero y garantizados por el Estado, para alumnos en los primeros tres quintiles de ingreso per cápita que quieran estudiar carreras acreditadas. Los alumnos empezarían a pagar cuando su salario alcance un umbral mínimo de devolución obligatoria. Además, podrían concursar por al menos 2.000 becas completas para estudiar en carreras acreditadas en universidades privadas, con base en criterios de rendimiento académico y otras cualidades de liderazgo y servicio comunitario.
Publicado el 15 de junio de 2015 en el Periódico La República.
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