El
primero de febrero, miles de costarricenses nos reunimos en el Paseo Colón para
abogar por los derechos de los animales, en apoyo al proyecto de ley número 18298,
cuyo objetivo es reformar el Código Penal y la Ley de Bienestar de los
Animales. Preocupa que un proyecto de
esta naturaleza esté estancado en la Asamblea Legislativa, puesto que todo
legislador debería está interesado en proteger a los animales en contra de todo
tipo de maltratos, ya sea por negligencia en los cuidados básicos, o por
situaciones de crueldad, como la tortura, la mutilación o el biocidio.
Salvo
en casos de tráfico ilícito y caza ilegal de las especies en vías de extinción,
el abusador animal en nuestro país goza de total impunidad. Se reciben hasta
300 denuncias semanales sin enjuiciamiento para los agresores. Las
modificaciones sugeridas por el proyecto de ley pretenden precisar las
conductas prohibidas y establecen verdaderas sanciones que sirvan como disuasivos;
las leyes actuales imponen multas ridículas de tres a treinta días) por
causarle la muerte a un animal sin necesidad.
Estudios
internacionales confirman que el abuso animal se correlaciona con trastornos
mentales profundos de los agresores, y se asocia con otros delitos, incluyendo la
violencia doméstica e infantil, el tráfico de drogas, la participación en
pandillas, el asalto sexual y las violaciones a las leyes de armas. Siendo así
las cosas, el penalizar las agresiones contra los animales contribuiría a
establecer un registro de individuos con conductas antisociales.
Con
respecto a la razonabilidad y proporcionalidad de las penas, no se debe
sancionar el maltrato animal con penas superiores a las impuestas por maltrato humano,
pero podrían ser equivalentes. El ser
humano es la única especie racional, por lo que es la única con la capacidad, y
por tanto la obligación, de proteger la vida en la tierra. Como homo sapiens sapiens, la especie más
sabia de las sabias, no debemos adoptar visiones antropocéntricas de nuestra
existencia, asumiendo que la integridad física de un animal es menos importante
que la integridad física del hombre.
Un
ser racional no puede degradar o acabar con la vida de otro ser viviente sin
razón alguna, por ser inhumano, inmoral y socialmente inconveniente. Por eso, las penas ante crímenes contra los
animales deberían ser penalizadas hasta con la privación de la libertad.
El
proyecto de ley establece sanciones de cárcel para quien lastime o arrolle
animales intencionalmente, les cause torturas, lesiones, agresiones o
sufrimientos innecesarios, los mate con dolor y angustia por el solo espíritu
de perversidad; para quienes abusen sexualmente de animales; practiquen la vivisección;
intervengan quirúrgicamente animales sin anestesia o sin poseer el título de médico
o veterinario; o mutilen cualquier parte del cuerpo de un animal. También se
sanciona a quienes organicen espectáculos públicos o competencias en las que se
mate, hiera o torture animales.
A publicar en el Periódico La República el 12 de febrero.
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