Se puede afirmar que todos
pensamos, en el entendido de que somos capaces de concebir y relacionar ideas. Pero no todos tenemos buenos hábitos de
pensamiento, como la capacidad de generar preguntas y problemas con claridad y
precisión; de recopilar y evaluar información relevante; o de llegar a
conclusiones y respuestas bien razonadas.
Además, con frecuencia carecemos de las actitudes características de un
pensador sofisticado, como la perseverancia, la humildad, la autonomía y la
integridad intelectual. Nunca aprendimos
a pensar bien porque nadie nos preparó para ello.
Por cubrir y evaluar “la materia”
en lugar de enseñar a pensar, el sistema educativo costarricense no ha permitido
que los alumnos desarrollen sus capacidades para asumir, con responsabilidad,
su papel protagónico en el proceso de aprendizaje. Presume que los alumnos educados son, por definición, los informados, no necesariamente los pensantes, por lo que muchos profesores
no motivan a los alumnos a interrelacionar ideas entre las distintas
disciplinas del conocimiento, adoptar posturas sobre dilemas complejos, ni defender
sus puntos de vista con argumentos y evidencias.
Los muchachos no desarrollan
competencias ni disposiciones para considerar diversos puntos de vista,
examinar sus supuestos, evaluar la veracidad de los hechos, explorar las
implicaciones y consecuencias de distintas alternativas, o bien llegar a
analizar contradicciones e inconsistencias en su propio pensamiento y
experiencias de vida. En efecto, el
sistema educativo actual no los enseña a pensar, por lo que los muchachos se gradúan
de la educación general básica sin saber resolver problemas, transferir ideas a
nuevos contextos y tomar decisiones.
El proceso de enseñar a pensar no
es antagónico a enseñar la materia, puesto que no se pueden desarrollar
capacidades mentales pensando sobre la nada.
Los contenidos curriculares proveen la oportunidad para ser
descubiertos, analizados y sintetizados.
Pero también la mente crea, organiza y transforma los contenidos, por lo
que los alumnos deben aprender la materia por medio del ejercicio del
pensamiento crítico, no con la realización de tareas memorísticas rutinarias. Es así como el alumno puede aprender
información valiosa, pero además debe comprender su propósito, los
cuestionamientos que plantea, los conceptos que la estructuran, las
suposiciones que la subyacen, las conclusiones que se extraen, las
implicaciones que se derivan de esta, y los puntos de vista que se dilucidan.
Si se pretende que los alumnos
aprendan a pensar y disfruten de su proceso de enseñanza, deben ejercitar sus
capacidades de razonamiento al leer, escribir, hablar y escuchar. Si se
pretende que los profesores enseñen a razonar, deben saber razonar ellos mismos
y el sistema educativo debe evaluar esa capacidad en los alumnos… y sus
docentes.
Es otra razón por la que sugería,
en mi columna anterior, que las pruebas de bachillerato fueran sustituidas por una
sola prueba de razonamiento.
Publicado el 30 de setiembre de 2013 en el Periódico La República https://www.larepublica.net/app/cms/www/index.php?pk_articulo=533306026
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