viernes, 7 de marzo de 2014

Educación cívica: Tarea pendiente

“¿Cómo asume usted sus responsabilidades cívicas?” Recuerdo, con asombro y desconcierto, las respuestas ofrecidas por los postulantes a esta pregunta contenida en un formulario de becas.  Todos adjuntaban fotografías de su participación en los desfiles de faroles, las marchas y bandas del 15 de setiembre, los bailes folclóricos del Día de la Anexión o del Día de las Culturas.  Sus responsabilidades cívicas se limitaban a participar de los actos organizados por su centro educativo, según entendí.

La educación cívica es insuficiente si su alcance se limita a que las personas se aprendan el Himno Nacional, o a identificar gestas, héroes y documentos importantes  de la historia costarricense.   Los ciudadanos deben comprender, con profundidad, los principios y valores democráticos y las estructuras y ámbitos de acción de los diferentes poderes del Gobierno.  Más importante aún, deben haberse familiarizado con los mecanismos, electorales y no electorales, mediante los cuales pueden ejercer su derecho a la libre expresión, la negociación, la participación política y el activismo dentro de movimientos sociales.

Con poca efectividad participarán los ciudadanos de una democracia si no cuentan con las destrezas intelectuales y disposiciones necesarias para identificar, interpretar o valorar asuntos atinentes a la vida pública.  Un ciudadano debe ser capaz de deliberar sobre los asuntos de interés comunal, ofreciendo, recibiendo y evaluando razones, de forma colaborativa con otros ciudadanos, aunque sostenga puntos de vista distintos. Debe saber dialogar activamente y con empatía.  Debe poderse expresar en público con claridad, precisión, seguridad y tacto. Debe poder discernir entre hechos y especulaciones.  Debe saber evaluar la calidad de sus propios argumentos y la de otros.

Más importante aún, debe ser capaz de comunicarse y trabajar con personas y grupos en ambientes organizacionales diversos; interactuar con representantes comunales y líderes políticos; y planificar, de forma estratégica, el cambio social y político. ¿Enseñamos a nuestros alumnos a hablar en público, a formular peticiones, a organizar y liderar reuniones? Les enseñamos a ejercer su liderazgo político en los ambientes escolares y comunales y a participar en campañas proselitistas?  Mostramos respeto por el trabajo que conlleva la función pública?  Les enseñamos a planificar, a buscar aliados, crear consenso y establecer coaliciones? 


¿Sabrían navegar en  los procesos electorales y no electorales para dar sus opiniones a conocer y a exigir que sus necesidades sean atendidas?  ¿Sabrían cómo y cuándo organizar protestas, huelgas y boicots? Sabrían realizar encuestas de opinión y comunicar sus resultados? Utilizan las redes sociales para fines políticos?  ¿Cuentan con las disposiciones cívicas para actuar con respeto, rechazo a la violencia, compromiso con el bienestar colectivo y apreciación de la diferencia?  Nuestra responsabilidad cívica va más allá de ir a votar…

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