Publicado en el Periódico La República el 12 de agosto de 2013 https://www.larepublica.net/app/cms/www/index.php?pk_articulo=533303932
Las
competencias para el trabajo y la vida en sociedad, como el razonamiento, la
comunicación, la autorregulación y las habilidades interpersonales no se empiezan
a desarrollar en la adultez. De hecho, las
bases del desarrollo cognitivo, social y emocional de los adultos se establecen
en la pequeña infancia. Estudio tras estudio han comprobado que los niños que
empiezan a aprender desde que nacen tienen mayores probabilidades de éxito
laboral y académico a lo largo de sus vidas.
En los
primeros tres años de vida, el cerebro de un niño tiene más del doble de sinapsis
que las que tendrá como adulto y estas uniones entre neuronas se forman con
mayor velocidad. Las implicaciones de
este fenómeno biológico es que las experiencias de vida del menor comenzarán a
definir la organización de su cerebro y a fortalecer esas sinapsis, lo que
incidirá a largo plazo sobre la calidad y eficiencia de la conectividad de la
actividad neuronal del cerebro. En otras
palabras, antes de los tres años, el niño tiene una increíble capacidad para
procesar experiencias, y la educación viene a fortalecer sus capacidades de
aprendizaje, la memoria y otras habilidades cognitivas que le servirán a largo
plazo.
Sin
embargo, en Costa Rica, los niños menores de 4 años y 3 meses no son atendidos
por el sistema educativo público, a pesar de que la Constitución Política
declara la educación preescolar como obligatoria, gratuita y costeada por el
Estado. En consecuencia, las familias
están obligadas a buscar opciones de atención privadas y otras alternativas no
equivalentes, como los CEN-CINAI, los albergues del PANI, los hogares
comunitarios del IMAS y las guarderías.
La tasa de cobertura de la educación de los niños en edades de cuatro
años y seis meses a los cinco años y seis meses es de solo del 57,7% y lo que es peor, un 80% de los niños de hogares más
desfavorecidos no asiste del todo a la educación regular.
La brecha
en las oportunidades educativas empieza a abrirse en el tanto en que algunos
niños gozan de una educación preescolar de calidad y otros no. Los niños que no han aprendido muchas
palabras de vocabulario, que no conocen sus letras, números y formas, que no
han aprendido a enfocarse y a jugar con otros, habrán ingresado a la educación
primaria en clara desventaja. Luego se
les dificultará ponerse al día, y en poco tiempo, se darán cuenta que saben
menos que sus pares y empezarán a retraerse y a mostrar desinterés por el
aprendizaje debido a su frustración y vergüenza. En unos años, muchos de estos chicos perderán
grados escolares y abandonarán las aulas, pasando a alimentar las filas de
desempleo y pobreza.
Los
resultados de investigación internacionales son contundentes: la educación
preescolar de calidad se correlaciona con mayores tasas de graduación del
colegio, menos embarazos en adolescentes y menos incidentes criminales. Además, los niños con educación preescolar tienen
mayores probabilidades de obtener buenas calificaciones, requerir menos servicios
educativos especiales, formar familias más estables, ganar mejores salarios y mantener
sus empleos. Lo primero es lo primero: si se pretende mejorar la calidad de las
competencias de la fuerza laboral, se debe empezar por prestar atención a lo
que sucede y deja de suceder con la educación inicial de las nuevas
generaciones.
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