El aprendizaje apoyado en medios electrónicos es primordial
para construir sociedades integradoras del conocimiento. Las tecnologías de información y
comunicaciones (TIC) facilitan ciertos procesos educativos (de apoyo a las
teorías de cognición distribuida, el aprendizaje situado, la psicología de la
inmersión, el modelamiento y la visualización, por citar algunos) que permiten
formas sofisticadas y poderosas de aprender. La creación de realidades de aprendizaje
como interfaces inmersivas, las plataformas digitales de enseñanza, los medios
sociales y el aprendizaje electrónico móvil son solo algunas de las tecnologías
que ya están transformando a las universidades.
Estas tecnologías, tales como las simulaciones, los
videojuegos y otros ambientes tridimensionales multiusuario de acceso al
conocimiento, ahora se están produciendo en nuestro país. Muchos se ofrecen
gratuitamente o a costos razonables, lo que acelerará su disponibilidad en el
medio nacional a corto plazo. Estas
tecnologías emergentes vienen a complementar otras tecnologías más
tradicionales que facilitan la difusión del conocimiento, la interacción y la
colaboración académica así como también
la evaluación de los aprendizajes.
Los ambientes virtuales y los cursos en línea masivos y
abiertos, las videoconferencias, los sistemas sofisticados de gestión del
aprendizaje, los recursos multimedia, la instrucción asistida por computadora
(como tutores, libros interactivos y ejercicios complementarios), los entornos
personales de aprendizaje, los cursos híbridos o bimodales y las oportunidades
de colaborar con investigadores alrededor del mundo son algunos de los
beneficios que ofrecen las tecnologías y que están modificando las metodologías
de enseñanza, internacionalizando la educación superior y facilitando el acceso
a poblaciones que típicamente hubieran estado excluidas del sistema
universitario.
La Ley de CONESUP es obsoleta por cuanto no norma aspectos
relacionados con la integración de las tecnologías a los procesos de enseñanza
y aprendizaje; y, en la práctica, permite que sus funcionarios entorpezcan los
esfuerzos por impulsar la innovación tecnológica en carreras presenciales y la
virtualización de programas.
Su escasa visión tecnológica se ve reflejada en la manera
que actualmente ejerce la inspección. Para citar solo un ejemplo, con 8
inspectores, 2 vehículos y un chofer, pretende desplazarse a 173 sedes y aulas
desconcentradas para revisar la totalidad de los expedientes físicos de los
graduandos (33.240 en 2014); y fiscalizar, in situ, la adquisición de la
totalidad de los libros en las bibliotecas y los equipos en los laboratorios,
en lugar de apoyarse en las herramientas tecnológicas y estadísticas existentes
para observar la evolución de los indicadores de gestión principales, detectar
cambios o posibles anomalías y aplicar técnicas de muestreo en caso de duda.
Publicado en La República el 18 de abril de 2015.