Me
siento muy complacida con el nombramiento de doña Sonia Marta Mora como
Ministra de Educación Pública, por su amplia trayectoria como académica e
investigadora, como ex rectora de la
Universidad Nacional y Presidenta del Sistema Nacional de Acreditación de la Educación
Superior (SINAES), y por sus conocidas cualidades intelectuales y personales. Me alegro, también, porque me consta que ella valora la
importancia que reviste la calidad de la educación superior privada para el
desarrollo nacional, por lo que esperaría que priorice, dentro de su ocupada
agenda, el trabajo que desde el CONESUP se realiza en la fiscalización de este
sector.
Ya
es hora de que el CONESUP impulse las discusiones nacionales con respecto al
perfil requerido de los profesionales en las distintas disciplinas, para
acordar, en conjunto con las universidades, empleadores y expertos nacionales e
internacionales, las competencias que deberían desarrollar los alumnos, así
como los indicadores clave de desempeño que podrían utilizarse para determinar
que los graduandos cumplen con el perfil esperado.
Debería
iniciar con las carreras de educación, por el impacto que reviste el
mejoramiento sistemático del perfil docente sobre la calidad académica en los
ciclos de educación preescolar, general básica y diversificada. Este grupo de trabajo calificado debería definir,
entre otros criterios, los cursos medulares y complementarios mínimos que
deberían impartirse en cada carrera, siempre y cuando se otorgue a las
universidades la flexibilidad para que puedan, además, incluir otros cursos con el fin de cumplir con
su misión y naturaleza.
Este
grupo de trabajo también podría acordar el número mínimo de cursos en cada
carrera, las horas lectivas por curso, las horas de práctica supervisada, y los
mecanismos mediante los cuales los alumnos deberían ser evaluados para
certificar su idoneidad antes de graduarse.
No puede ser que sigan existiendo
carreras de bachillerato en educación de 28 cursos, impartiéndose con
menos de 45 horas lectivas por curso, en las que los alumnos pasan múltiples
materias por “suficiencia”, realizan pocas prácticas supervisadas y no son
rigurosamente evaluados.
Contra
estos marcos de competencias es que se deberían evaluar las propuestas
curriculares de las universidades, para que las valoraciones no continúen
dependiendo de analistas sin formación en las disciplinas que evalúan, o de la
opinión de individuos de entes externos cuya idoneidad profesional y
preparación académica se desconoce y cuyas observaciones, aparte de las de
OPES, no son legalmente vinculantes. El CONESUP debería dar un plazo de un año para
que las universidades actualicen sus carreras de educación y darles trámite
prioritario, en aras de satisfacer los criterios de calidad establecidos por
estos marcos de competencias y así contribuir con el mejoramiento de la calidad
de la formación de los docentes en la educación preescolar, primaria y
secundaria.
Publicado en La República el 28 de abril de 2014.