Publicado en el Periódico La República, 29 de julio de 2013,
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El problema de fondo no se limita a que un gran número de costarricenses seguimos hablando un solo idioma. Tenemos, también, serias dificultades para razonar y argumentar, y no contamos con las habilidades cognitivas y disposiciones afectivas para pensar de forma crítica ni creativa, condiciones fundamentales para innovar, emprender y aprender.En el ámbito intrapersonal, carecemos de apertura intelectual, iniciativa, ética laboral y flexibilidad. En lo que respecta a las relaciones interpersonales, no reflejamos competencias avanzadas para comunicarnos, ni oralmente ni por escrito. Además, se nos dificulta colaborar, resolver conflictos y trabajar con responsabilidad, organización y esfuerzo.
La raíz del problema yace en el sistema educativo actual y en las políticas públicas que lo perpetúan.
El desarrollo de competencias es el producto del aprendizaje profundo, un proceso mediante el cual un individuo aprende a transferir lo que aprendió en una situación particular, a un problema nuevo y desconocido. Una persona con verdadera comprensión domina una gran parte del cuerpo de conocimiento de su disciplina y su relación con otras disciplinas, pero además sabe cómo, por qué y cuándo aplicar el conocimiento adquirido en la toma de decisiones y resolución de problemas.
El aprendizaje superficial, que se basa en la repetición de conceptos y ejercicios ofrecidos por un profesor o el autor de un libro, no genera ninguna competencia laboral valiosa.
¿Cómo adquirimos competencias?
Por un instante imaginemos que queremos llegar a ser competentes jugando beisbol. Sabemos que un excelente jugador debe conocer, con absoluta claridad, las reglas del juego y el papel de cada uno de los jugadores. Pero también debe desarrollar destrezas para batear, lanzar la bola, apañar, correr, entre otras. Por último, debe conocer y adoptar las actitudes o disposiciones de un jugador de beisbol competente: por ejemplo, entrenar disciplinadamente todos los días, trabajar en equipo, así como detectar sus propias debilidades e implementar medidas correctivas. De igual manera, un profesional puede llegar a ser competente si posee conocimientos amplios de su disciplina, pero más importante aún, si logra desarrollar todas las destrezas y actitudes para asumir su profesión como lo haría un experto. La persona que es competente sabe, pero además sabe hacer, sabe ser y quiere hacer. Una educación basada en competencias es una idea a la que le llegó el momento.